Aprender a expresar nuestras emociones es una habilidad fundamental para mejorar nuestra interacción con el mundo y nuestras relaciones. Para algunas personas es naturalmente fácil, para la mayoría es algo complejo y también existen las personas que piensan que es imposible hacerlo de la manera adecuada. 

Sin importar en qué lugar estés con tu habilidad para expresar tus emociones, a continuación te describiré cinco pasos para hacerlo de una manera eficaz.

1.- Identifica qué estás sintiendo.

En este punto me refiero a que observes y sientas las sensaciones físicas. Es muy distinto, la interpretación de una sensación física a la sensación misma. Ejemplo: siento nerviosismo vs. me late el corazón de forma acelerada y me sudan las manos. Entonces es importante que puedas describir los fenómenos físicos que estás teniendo y eventualmente los podrás correlacionar con la emociones que tienes.

2.- Identifica cuál es la emoción que estás teniendo. 

Una vez que tienes un registro de tus sensaciones físicas, puedes asociarlas a una emoción. Así pues, cuando tengas ciertas sensaciones sabrás cuál es la emoción que estás teniendo. Esto funciona para ir incrementando nuestro vocabulario emocional. Todos conocemos las emociones básicas: enojo, alegría, miedo y tristeza, pero existe un universo mucho más basto de emociones. Ejemplo: asco, dicha, desolación, decepción, entusiasmo, sorpresa, erotismo, etc.

3.- Identificar el mensaje que la emoción trae para mí.

Creo que hemos aprendido que existen emociones buenas y malas, pero yo creo que todas las emociones son parte de la experiencia humana, por eso las tenemos. La palabra emoción viene del latín emotio que deriva del verbo emovere, qué significa “trasladar de”. Entonces las emociones vienen a movernos o más bien a ponernos en movimiento y traen consigo un mensaje. La rabia o el enojo viene a decirme que algo es injusto, o que requiero poner límites. La tristeza me avisa que perdí algo importante o querido. La alegría me pide que reconozca un acierto o que me ponga a celebrar. El miedo me dice que estoy a punto de perder algo. Es por eso que es importante observar y escuchar el mensaje que la emoción trae consigo.

4.- Identifica el propósito de expresar la emoción.

Una vez identificado el mensaje, es momento de expresar la emoción, y lo puedes hacer de forma privada (llorar, gritar, patalear), de forma sublimada (pintar, tocar un instrumento, cantar, escribir un poema) o de manera pública (teniendo una conversación con alguien). 

Cuando voy a hacerlo de manera privada o sublimada el propósito es claro; sentir y soltar la emoción.

Cuando lo hago de manera pública, es decir, se lo voy a contar a otro, es importante tener en mente por qué voy a tener esta conversación. ¿Lo hago tan solo para desahogarme y lo que necesito es que me escuchen? ¿Qué alguien me escuche y me ayude a solucionar una inquietud? Si es solo para desahogarme tal vez no requiero ser muy claro con mi explicación y los eventos. Por el contrario, si es para que me ayuden a solucionar una inquietud, requiero ser muy claro con los eventos que detonaron la emoción, y así la otra persona puede ver mi perspectiva y ayudarme a encontrar soluciones.

5.- Al contarlo usa una narrativa en donde utilices la responsabilidad vs la reactividad. 

Esto hace mucho más fácil identificar qué detonó la emoción y a su vez poder responder de una manera más efectiva a la inquietud. 

Ejemplo: me hicieron enojar (narrativa reactiva) vs cuando vi… yo me enojé (narrativa responsable). Me puso triste que te fueras (narrativa reactiva) vs. Cuando te fuiste yo me sentí triste (narrativa responsable)

Recuerda que la emociones están ahí para ayudarte en la experiencia de vivir, no son tus enemigas, y no hay buenas y malas. Todas tienen un mensaje y son tuyas, no son del evento que ocurrió. Esta manera de verlas te ayudará a tener una mejor gestión de tus emociones y a su vez poder expresarlas mejor. Déjame tus comentarios y ¡nos vemos en la próxima!

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       Autor

     Miguel Berbeyer

      Coach Empresarial